No pretendo ser polémico (bueno, un poco sí la verdad) pero reconozco que es lo que me sale cada vez que escucho mensajes desde lo que podemos llamar, “mundo paleo”. Esas personas que consideran el modo de vida paleolítico como el referente a la hora de tomar sus decisiones sobre cómo llevar una vida sana y tener un físico fuerte y resistente. Os quiero dar mi opinión sobre este movimiento.
Aunque este movimiento lleva ya años de “tradición” y de expansión y ya he opinado de forma más o menos directa sobre él en otros artículos o foros ENLACE CON EL ARTÍCULO DE PALEOCICLISTAS, ha sido mi reciente lectura del libro de Daniel E. Lieberman, “Ejercicio. Cómo es que nunca evolucionamos para hacer ejercicio. Por qué es saludable y que debemos hacer.” lo que me ha motivado a escribir este artículo. Un libro interesante y que reúne dos temas tan importantes para mi cómo el ejercicio, mi profesión, y la evolución humana, una de mis aficiones.
Quiero empezar con lo bueno que le veo a este movimiento y a estas teorías. Por qué sí, es casi imposible que nadie esté 100% equivocado, ni 100% acertado, y menos aún cuanto más complejo sea el tema sobre el que se opina. Y sí, la biología humana y su evolución, son temas muy complejos.
¿Qué propone el movimiento paleo?
Como todos los movimientos y tendencias de este estilo, no hay unanimidad ni un patrón de comportamiento estricto y común a todos sus seguidores. Describo lo que yo interpreto como los mensajes principales, sabiendo que habrá muchos seguidores de lo paleo que no se sentirán reflejados. Pero bueno, yo expongo y vosotros juzgaréis.
Las bases del movimiento paleo vienen de lejos, podríamos incluso situarlas en J.J.Rousseau. Pero no me quiero entretener con su historia. Lo que hoy en día se defiende es que la modernidad industrial, básicamente el modo de vida occidental, cómo nos alimentamos, cómo nos desplazamos y ejercitamos, donde vivimos… nos ha desconectado totalmente de la esencia biológica del homo sapiens. Y esa desconexión nos enferma y nos limita para poder llevar una vida plenamente feliz.
Para evitar esa enfermedad y ese “mal vivir”, que según ellos nace en el neolítico, con el paso de una vida nómada de caza y recolección a una “sedentaria” y cada vez más urbana, se necesita volver a las esencias de la vida del paleolítico.
En lo referente al entrenamiento y al ejercicio, consistiría en dar prioridad al entrenamiento de fuerza y al de alta intensidad sobre el cardio de baja y media intensidad. Usar ejercicios que se consideren funcionales o relacionados con la (supuesta) vida de un cazador-recolector del paleolítico. Es cierto que el mundo paleo está más “centrado” en la nutrición, y que en la parte de ejercicio hay más diversidad de opiniones y opciones. Dentro del mundo Cross-Fit hay mucha influencia paleo, pero también han surgido movimientos como el Animal Flow (recrear movimientos de otros animales) que podríamos situar en esa esfera de “vuelta a lo natural” que subyace a todo lo paleo. También ocurre que dentro del deporte de resistencia, sobre todo corredores, hay seguidores de lo paleo, que obviamente no dan tanta importancia al entrenamiento de fuerza. Aunque en este entorno de deporte de resistencia, su influencia se centra fundamentalmente en la dieta.
Lo bueno.
Creo que toda estrategia de marketing que favorezca la práctica de actividad física, en el contexto del mundo desarrollado actual, tiene en sí misma esa parte positiva. Sin entrar en lo ético, real o eficaz del mensaje, intentar mejorar los niveles de actividad física es bueno y merece ser reconocido como tal.
La vuelta al contacto con la naturaleza, volviendo de nuevo al contexto actual, donde la vida en las ciudades es la más habitual, también es un buen mensaje. Están bastante demostrados sus beneficios para la salud y calidad de vida de las personas. Esa parte de biología surgida de la selva y la sabana sí que permanece en nuestros genes y demanda cierta atención.
Defender formas de movimiento “naturales” o “funcionales”, el uso de ejercicios globales que impliquen la totalidad del cuerpo, salirse de patrones excesivamente analíticos en los planes de entrenamiento, también lo veo útil. Igual que poner en valor el uso de sesiones de alta intensidad para la mejora cardiovascular, aunque crea que en este punto se les ha ido un poco de las manos (no solo a los paleo). Pero sí, la evidencia de su utilidad es clara. Otra cosa será cómo se lleva a la práctica. Pero no quiero adelantarme. Dejémoslo en que no está tan mal haber puesto en el menú este tipo de entrenamientos y ejercicios.
Lo malo.
Todo lo anterior me parece bien, pero como tengo una tendencia natural a intentar buscar la verdad, o por lo menos la realidad, aunque sea limitada, no me gusta cuando esta se pervierte tanto. Cómo pasa constantemente en la publicidad y el marketing en general. La verdad se retuerce al servicio del bien superior que es la venta.
Y sí, el mundo paleo ha terminado (o igual siempre ha sido así) en convertirse en una etiqueta de marketing más. Al final lo importante, por encima de todo, ha sido vendernos su método, su libro, su dieta o su suplemento. O incluso más básica que esa motivación por vender, la motivación por creerse en posesión de una verdad superior y oculta al resto de mortales. Esa motivación, generadora de sentimientos de pertenencia muy fuertes, y que termina por crear redes y burbujas de apoyo mutuo pero excluyente con el de fuera. Aquí es donde veo el principal problema del mundo paleo. En elevar de categoría lo que no debería de pasar de una mera conjetura o hipótesis, y terminar por transformarla en una cuasi ideología.
Desde luego que este proceso lo estamos viendo hoy en día de forma habitual con diferentes temas. El poder de transmisión de los mensajes y los relatos de las redes sociales, libre y sin apenas contrapesos o controles, permite que cualquier mensaje pueda triunfar sin tener que responder ante el rigor ni la verdad. Solo se necesita que conecte con una parte, no necesariamente muy amplia, de la sociedad y que sea mercantilizable (y pocas cosas no lo son) para expandirse y hacerse su hueco.
El falso paleolítico.
Porque todo este movimiento se basa en una idea romántica de esas sociedades humanas primigenias. Que hoy en día tripliquemos su esperanza de vida no parece ser impedimento para ver esa forma de vida como mejor. Pero es que el problema es más de base aún, y es que desconocemos mucho más de esas sociedades de lo que conocemos. Bastante luchan los antropólogos y los científicos dedicados a la evolución humana para poder imaginar algo de cómo era esa vida, cómo para que otros, con mucho menos conocimiento, decidan que no sólo saben cómo era esa vida, si no que debemos imitarla en lo posible.
Además, no es tan complicado imaginar que tampoco existió una única forma de vivir en el paleolítico. Diferentes entornos y medios ambientes darían resultado a diferentes formas de vida. Y al final, la clave de supervivencia, sería la capacidad de adaptación del grupo y el individuo a ese preciso entorno. En base a esa capacidad de adaptación, y al azar siempre presente, actúa la selección natural, que termina por escoger a los que más probabilidades tienen de sobrevivir. Y esa elección terminó por ser la de las sociedades humanas basadas en la ganadería y agricultura, y no en la caza y recolección nómadas.
El individuo frente al grupo.
El movimiento paleo justifica que ese éxito evolutivo de las sociedades agrícolas sobre las nómadas fue a expensas de los individuos. Que el grupo tuvo éxito pero a costa de una peor vida de la mayoría de los miembros que lo formaban. Aquí es donde entronca el movimiento paleo y cierta ideología anti estado o anti sistema, defensora de la libertad individual sobre toda limitación impuesta por el poder gubernamental.
No entro en valorar esta ideología, me centro en descartar el modo de vida paleolítico cómo superior al actual. Ya que la parte social del ser humano es irrenunciable y está grabada a fuego en sus genes, el éxito (supervivencia) de un individuo está totalmente relacionado con el éxito del grupo. Sin un grupo de apoyo a su alrededor el homo sapiens no tiene sentido y muy escasas probabilidades de supervivencia. Los casos de vida ermitaña o aislada del grupo son esporádicos y meras anécdotas, cuando no casos patológicos y rara vez exitosos. La vida humana se da en sociedad y las sociedades del paleolítico sólo pudieron proporcionar cierta seguridad y recursos a un número muy limitado de seres humanos. Si todos viviéramos al estilo paleo la realidad es que sobrarían la mayoría de nosotros.
El ejercicio paleo.
Para terminar vamos a lo nuestro. Vamos con esa forma de ejercicio, supuestamente más saludable y beneficiosa, que sería aquella basada, principalmente, en el entrenamiento de la fuerza y en sesiones de alta intensidad, produciendo físicos musculados y poderosos. Y que a su vez pretende basarse en la vida nómada paleolítica.
Pues como muy bien describe Lieberman en su libro, solo hay que ver un poco cómo viven las sociedades nómadas de hoy en día para darse cuenta que esos cuerpos no se parecen en nada a los que vemos, por ejemplo, en los BOX de Cross-Fit. Esos seres humanos son ligeros y más bien pequeños o delgados, con músculos definidos pero por lo general poco voluminosos.
Su vida se basa en una actividad física bastante contínua pero de poca intensidad. Desde luego levantar grandes pesos no es nada habitual para ellos. Si lo es recorrer grandes distancias a pie, a un ritmo normalmente bajo. Y según nos cuenta Lieberman, sus valores de fuerza distan bastante de cualquiera que entrene con regularidad en un gimnasio. Vamos, que si realmente quieres seguir un estilo de vida paleo, lo último es ponerse a levantar 60kg en arrancada o hacer circuitos de dominadas, flexiones y saltos hasta la extenuación.
No estoy diciendo que esa forma de ejercicio no sea buena, si no que no me vale que se justifique en su supuesta similitud con la vida nómada de los cazadores recolectores del paleolítico. Primero porque es falso y segundo, porque dudo que esas formas de vida, en un contexto tan alejado del actual, pueda servirnos de referencia. No, su justificación deberá buscarse en la experiencia actual y en la ciencia moderna. Y su mayor o menor sentido debe verse dentro de esta sociedad actual, con sus ventajas y sus problemas.
Levantar pesos es bueno porque lo hemos podido comprobar y medir. Y el hecho de vivir en una sociedad sedentaria lo único que hace es aumentar los beneficios para la salud de hacerlo. El entrenamiento de resistencia de alta intensidad es bueno porque logra que mejores tu capacidad de resistencia en poco tiempo, y en esta sociedad no nos sobra el tiempo y sin embargo, una mejor capacidad de resistencia, sabemos que favorece una vida más larga y de mejor calidad.
Cada sociedad humana ha tenido sus circunstancias, y su supervivencia siempre ha dependido de su capacidad de adaptación. Igualmente, los individuos, deben adaptarse a esa vida en sociedad y para ello se puede optar por muchos caminos y estrategias adaptativas. Pero las decisiones que tomemos para mejorar nuestra salud, serán mucho más inteligentes si las basamos en la ciencia y teniendo en cuenta, sobre todo, el contexto real en el que se vive.